“Quiero que el mundo se pare, recapacite y vuelva a empezar” Hace dos años escribí estas palabras en una libreta. La compré para poner en ella las cosas que quería para mi vida. En marzo de 2020, el mundo se detiene, mi vida queda congelada por una pandemia. Durante semanas sentí que mi cuerpo pesaba demasiado, mi mente se bloqueaba, y el miedo y la incertidumbre me recorrían de pies a cabeza.
Y en ese estado de incertidumbre me dediqué a observar detenidamente la luz que entraba de diferentes formas por las ventanas de mi casa. Pasé largas horas con mis perros y mis gatos. Disfruté de los paseos cortos en silencio que podía dar con ellos, solo escuchando el sonido de los pájaros, vi como la naturaleza se abría paso en primavera y como el cielo cambiada del gris al azul.
Generé vínculos con mi entorno, fragmenté el mundo para crear otra realidad, más amable, más poética. Encontré el silencio que tanto necesitaba para descubrir que estaba rodeada de belleza.